lunes, 29 de octubre de 2018

Clemente Pueyo Ibáñez (Zaragoza), nuevo responsable del stand de mueble nuevo.

Clemente Pueyo: "El rastrillo no se limita a diez días, hay un trabajazo de todo el año"



Cada vez hay más hombres que lucen este delantal rojo. ¿Qué le animó a ponérselo?

Siempre que pensaba en mi jubilación me asaltaba la duda: ¿ahora qué? Después de llevar una vida profesional muy intensa, me preocupaba bastante qué es lo que iba a hacer. Está claro que el ocio uno lo disfruta, pero todo tiene sus tiempos y sabía que no podría estar ocioso continuamente. Antes de llegar el momento de jubilarme empecé a implicarme en acciones solidarias. Ozanam siempre fue una de mis opciones. Mi mujer colabora en el rastrillo desde hace nueve años y ella es la causante. Me gusta sentirme útil y creo que lo soy cuando colaboro en iniciativas que intentan solucionar los desajustes que la sociedad produce.

Este año se estrena junto a ella como responsable del puesto Mueble Nuevo. ¿Algún reto?

He trabajado durante más de 30 años como directivo de Seur y hemos aprovechado mi experiencia para implantar un sistema de control de todos los artículos. Algo se debe también a mi especial querencia hacia la organización. Durante todo el año hemos inventariado y etiquetado el cien por cien de los muebles. Hay más de 530 artículos diferentes y entre 2.300 y 2.400 unidades para vender. Mis orígenes son informáticos y he desarrollado una pequeña aplicación que nos va a servir de caja, de control y reservas de ‘stock’. Todo el mundo está ilusionado en estrenarla y dar un mejor servicio.

¿No la va a patentar para utilizarla en el resto de stand?

(Risas) Vamos a vivir primero este rastrillo y a ver cómo funciona. Tuvimos una crisis con la wifi, porque desarrollé todo en la nube con herramientas de Google gratuitas y la conexión que íbamos a tener no era válida para trabajar. Al final se ha solucionado.

¿Con qué presupuesto se tienen que acercar a su puesto?

Hay desde pequeños detalles de decoración a dos euros a sillones de 400 y mesas de 500, porque son muebles de auténtica calidad. Se tiene la idea equivocada de que son donados, pero los adquiere el área de compras de Ozanam a buen precio y con bastante buen gusto. El año pasado hicimos casi un 50% más de ventas que el anterior y fue porque las piezas eran realmente atractivas.

¿Cómo es el rastrillo de Ozanam desde dentro?

Antes yo venía a pasar el fin de semana en el rastrillo. He descubierto un mundo de personas muy comprometidas que, por ejemplo, se dedican a coser sillones o hacer bisutería todo el año para vender. ¡Chapeau! El rastrillo no se limita a diez días, sino que detrás hay un trabajazo de mucha gente durante todo el año.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido?

La labor global que desarrolla la Fundación Ozanam. Tiene una plantilla de casi 800 trabajadores que está a la altura de la empresa que yo dirigía. Me sorprenden la cantidad de enfoques que abarca, desde la tercera edad a la infancia, pero sobre todo la formación laboral y la experiencia, que para mí es la forma de aportar una solución a las personas en riesgo de exclusión.

¿Las Administraciones públicas les ayudan lo suficiente?

No, pero soy bien pensado, o quiero serlo, y creo que es por una cuestión de falta de presupuesto. Gracias a Ozanam y a otras organizaciones se cubren unas necesidades a las que no llegan los poderes públicos.

¿Está volcado con Ozanam?

Seur, mi empresa, me planteó colaborar en la Fundación Seur y estoy como responsable del área de logística coordinando todos los movimientos de transporte que se hacen a nivel nacional. También echo una mano en mi cofradía, la Dolorosa.

¿Va a picar algo en el rastrillo?

Los mayores clientes de esta cita somos la propia gente del rastrillo. Lo tenemos todo listo, solo nos faltan clientes con ganas de gastar algo para un buen fin y por una causa justa.

Fuente: Heraldo de Aragón

No hay comentarios :